Escrito por: Fitzgerald Tejada Martínez
Aquella escena parecía sacada de una tragicomedia al mejor estilo del cine criollo, en la cual, una mujer evidentemente histérica, en estado casi esquizofrénico y agobiada por el estrés que provoca el toque de queda, en las personas, imploraba angustiada por una oportunidad, cuando exclamaba impotente que “regresaba desde San Cristóbal”; quizá de alguna reunión familiar u otra situación similar que, lamentablemente, no fue suficiente excusa para impedir su apresamiento junto con la incautación del vehículo que la transportaba.
La noticia corrió como pólvora y de inmediato, el video, se hizo viral, exponiendo a la susodicha infractora intentando detener una grúa de la DIGESETT, que pretendía remolcar su automóvil, en medio de un deprimente escenario de sublevación ciudadana que censuraba la inapropiada conducta de una mujer cuyos sentidos estaban en estado de shock, inducida por un sentimiento de frustración, psicológicamente asociado al impulso involuntario de irritación que causaba su agresión hacia la autoridad policial que, finalmente, pudo controlar la situación para conducir a la detenida hasta el destacamento.
Dado este deplorable acontecimiento, es oportuno destacar la prudente actuación de los agentes policiales que prestaron servicio en el lugar donde ocurrió el hecho, porque al percatarse del grado de inestabilidad emocional de la detenida, asumieron un comportamiento comedido que permitió salvaguardar su integridad. Sin embargo, ese episodio de mal gusto, también, reveló y puso en tela de juicio, el drama social, que muestra la condición de vulnerabilidad, a la que vive diariamente expuesto el ciudadano común.
Esa situación de intranquilidad, debería llamar poderosamente la atención de las autoridades, en el entendido de que, la población, está denotando peligrosos síntomas de desenfrenos y no precisamente, por el temor al contagio del virus, sino, porque, el toque de queda, está sumando un nuevo ingrediente de perturbación, a la pesada carga de quienes estamos obligados a salir de las casas –voluntaria o involuntariamente–, bajo riesgo de ser apresados por violentar una disposición del estado de emergencia.
Después que pasan de las 5 de la tarde, las personas, andan temerosas, hasta de sufrir un pinche de neumático, porque saben perfectamente que si ocurre un imprevisto, igual o parecido, tendrán serios problemas cuando de regreso hasta sus casas, se encuentren con una patrulla de la policía que, muy probablemente, lo detendrá y conducirá, preso, hasta el destacamento más cercano, donde tendrá que pasar la noche, consumido por la angustia que significa dormir fuera de la casa y lejos de la familia.
Según diversos estudios de la conducta humana, el toque de queda, provoca un efecto negativo que incide en el nivel cognitivo y fisiológico de la gente, por lo tanto, el estrés que produce, acarrea un agotamiento físico y emocional, que disminuye la respuesta coherente de nuestros sentidos. Por consiguiente, un individuo que se siente atrapado en una situación similar a la que se enfrentó la mujer detenida, experimentará del mismo modo, una sensación de angustia extrema que invadirá sus pensamientos con sintomatologías de ansiedad, irritabilidad, crisis de pánico y dificultad para manejar una correcta comunicación interpersonal, lo cual, puede afectar seriamente su salud mental.
La ciudadanía está cansada de vivir un encierro involuntario e improductivo que sirve solo para anidar un elemento de chantaje y extorsión, proveniente desde aquellos que tienen bajo su custodia el deber de velar por el cumplimiento de las disposiciones contenidas en el estado de emergencia. Por eso, cuando se detiene una persona que transita a pies o en vehículo, sin que su actuación implique un peligro tangible de contagio para otros, su apresamiento, es un absurdo contrasentido, porque si miramos hacia el otro extremo de la soga, una o dos horas antes, la gente se agrupa para compartir sin protección en cualquier colmado o centro de diversión.
Son muchas, las dificultades que enfrenta la población, cuando transita dentro del horario establecido por el toque de queda, obligada por una necesidad o circunstancia que, aunque ajena a su voluntad, la expone a la vergüenza de ser atropellada, ultrajada y humillada, cuando es detenida en cualquier retén policial, simplemente, porque violó una medida que carece de fundamento lógico para ser mantenida en vigencia.
Mantener un encierro doméstico, a partir de horarios nocturnos, es una medida que no resuelve nada, porque con toque de queda o sin toque de queda, el virus, estará presente en nosotros durante mucho tiempo, debido a que durante el día, la población se moviliza de forma normal, realizando actividades cotidianas como si nada estuviera pasando o como si el efecto contagioso del virus, fuera solamente nocturno.
El gobierno urge de necesidad por eliminar las disposiciones restrictivas para dar paso a las actividades comerciales que permitan a la ciudadanía, volver a la normalidad, para ganarse la vida como mejor le parezca, sin tener que salir de sus casas a la misma hora y regresar corriendo a la misma hora, provocando un embotellamiento interminable que aumenta, exponencialmente, el nivel de estrés de la gente.
Por esa razón, es aconsejable realizar un análisis de riesgo-beneficio, para evaluar la posibilidad de cambiar el confinamiento domiciliario por otras opciones más eficaces que impidan la propagación del virus, tomando en consideración que la mayoría de los contagios sucede en lugares concurridos como en reuniones sociales, bares, restaurantes y colmados, donde la gente, termina bajándose las mascarillas para hablar, comer, tomar y fumar, violando las medidas de distanciamiento y poniendo en riesgo la salud de la población.
El toque de queda, se establece dentro de situaciones excepcionales para limitar la libre circulación de las personas en espacios públicos, en circunstancias de guerras, desastres naturales o durante conflictos que atentan contra la estabilidad de la paz social. Por lo que, aquellos que violen esa disposición, pueden ser detenidos y conducidos hasta un destacamento policial, donde mediante un sometimiento judicial, se determinará su estatus legal, conforme a las condiciones que motivaron su arresto.
Su aplicación está contenida de forma amplia, en la Ley 21-18, sobre la regulación del estado de excepción que fue establecido a fin de manejar el ejercicio de las facultades extraordinarias que son otorgadas a las autoridades durante una de las situaciones especiales, antes mencionadas, para garantizar la protección de los derechos fundamentales de los ciudadanos.
Debido a los efectos de la pandemia del Covid-19, para evitar su contagio y propagación, el Poder Ejecutivo, emitió mediante el decreto 554-20, del pasado 16 de octubre, una resolución donde estableció que, el toque de queda, tendrá vigencia durante los días, sábados, domingos y feriados, desde las 7 de la noche, hasta las 5 de la mañana del siguiente día, y de lunes a viernes, desde las 9 de la noche, hasta las 5 de la mañana del día siguiente, en todo el territorio nacional, a partir del 18 de octubre, hasta el próximo 12 de noviembre