Inicio OPINIÓN Mi Valoración de «La Cumbre de Liderazgo Pro-Literatura Teológica Pentecostal»

Mi Valoración de «La Cumbre de Liderazgo Pro-Literatura Teológica Pentecostal»

Por Tomás Gómez Bueno

Santo Domingo, RD.- Por su gran importancia, por todo lo significa en estos momentos para la iglesia en República Dominicana, quiero hacer un comentario sobre la Cumbre de Liderazgo pro literatura Teológica Pentecostal realizada en Santo Domingo el 26 y 27 de abril de 2024, con el auspicio la Universidad de Liderazgo y Ministerio (UNILIMI), fundada y dirigida por el pastor Víctor Tiburcio. La gloriosa y bendecida actividad contó con el respaldo de CONACOPE, la Mesa del Diálogo, CONEDO, CODUE, y del ministerio de La Batalla de la Fe.

La historia es el esfuerzo por explicar y entender los hechos sociales. Su importancia radica en que nos permite entender la realidad. La iglesia como realidad social e histórica que discurre en el tiempo puede ser entendida y conceptualizada no solo desde el punto de vista teológico sino también desde el punto de vista histórico. He aprendido que la iglesia debe ser pensada en perspectiva y función del Reino de Dios.

Los evangélicos de la República Dominicana necesitamos en este tiempo darle a nuestro país una gran demostración de unidad y sentido de misión. Nos hace falta un gran evento. No estoy hablando de una simple concentración o una campaña evangelística más. Estoy hablando de una manifestación contundente que hable de nuestra identidad esencial y que testifique con firmeza de nuestra misión como agente de transformación y promoción del Reino de Dios en este país.

Quiero destacar que este evento organizado el pastor Victor Tiburcio y la Universidad UNILIMI que el dignamente dirige, plantea como propósito redimir desde la fe evangélica aspectos históricos que contribuyen a definir lo que hemos sido y lo que el Señor nos ha llamado a ser para cumplir nuestra misión como iglesia en República Dominicana. Y aunque es una iniciativa de carácter académico, ha comenzado por el altar, ha comenzado por la adoración, por la búsqueda de la unción y el imprescindible poder de Dios para llevar a cabo esta misión.

Como coherentemente está establecido en la Palabra se ha comenzado por la adoración, por la búsqueda del rostro de Dios en el Espíritu, lo que perfila esta actividad, si concibe más allá del fuego del momento, como una oportunidad para conectar con el plan histórico y profético de Dios para nuestra nación, que de ninguna manera podrá ser posible en este tiempo si nuestro fervor y devoción espiritual no va acompañada, y así lo propone el plan presentado, de un estudio consistente y sistemático en ánimo de obediencia y sumisión de la Palabra de Dios que nos conduzca al discernimiento de una teología bíblica y liberadora.

Vemos en Mateo 28 que, incluso, antes de los discípulos recibir las primeras instrucciones del Cristo resucitado para cumplir la Gran Comisión, lo primero que hicieron fue adorarle. Digamos que el inicio de este evento, antes de entrar en aspectos críticos y de mayor envergadura, lo primero que se hizo fue envolvernos a todos en el fuego y en el gozo del Espíritu Santo.

Oportuno es recordar que hay eventos que han marcado la historia de la misión de la iglesia en la República Dominicana. Nos remontamos a la memorable campaña de David García y Jaime Cardona en 1954 celebrada en el play de la Normal, a partir de la cual fue plantada la iglesia Asambleas de Dios de la Avenida Duarte, una emblemática referencia de nuestra ciudad.

Recordamos la campaña de Evangelismo a Fondo, un esfuerzo evangelístico que no ha sido emulado y que sirvió de bálsamo al ánimo de beligerancia y odio que dejó la guerra fratricida de abril del 1965. Esta campaña fue un refrigerio al trauma de posguerra que vivía la nación dominicana después de esta sangrienta revuelta. Muchos todavía ponderan y hablan con asombro de la extraordinaria campaña que diera Luis Urbaez en el mercado de Los Minas en 1975.

La campaña “Ya la encontré”, bajo la coordinación de Braulio Portes, en tiempo de apogeo de la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo, ha sido otra de las jornadas importantes que se han desarrollado en el país. Esta novedosa campaña, montada sobre un jingle si ningún ribete religioso, puede señalarse como el primer esfuerzo intencional realizado en el país por alcanzar la clase media para Cristo.

Tenemos otros eventos, como el Cincuentenario del Pentecostés, una gran marcha celebrada en 1972 con la coordinación del evangelista Pablo Villanueva que impactó todo el centro de la capital dominicana. “Marvilla 76”, fue un gran evento artístico con la participación de los famosos salseros Richie Rey y Bobby Cruz, entre otros conocidos artistas que testimoniaron con su arte de su entrega al Señor. Estoy pensando en esos eventos que tuvieron impacto significativo para el pueblo evangélico y repercutieron a nivel de una parte considerable de la población dominicana.

Citamos entre estos grandes eventos la marcha del 16 de Agosto de 1991 que concluyó con una concentración en el Estadio Olímpico, lo que motivó e inspiró la fundación de la Confraternidad Dominicana de Unidad Evangelica (CODUE). No se puede olvidar una gran marcha concentración celebrada el sábado 10 de diciembre del 1988 en Santiago, donde también se leyó una histórica proclama y donde toda la región del Cibao fue estremecida por esta poderosa manifestación.

El Congreso Nacional de Pastores (CONPAS), celebrado anualmente en varias versiones a partir del 1990, fueron eventos que marcaron el desarrollo de la misión en Republica Dominicana. Todos estos eventos en un determinado momento le dieron un especial aliento al pueblo evangélico en su caminar y llamado a la misión en este país. Hay otros grandes eventos que quizás yo no recuerde y a lo mejor –si los recuerdo– no los evaluó como tan determinantes, sus coordinadores se encargaran de increparme por el olvido o por mi pobre sentido para calificarlos, pero esto es intrascendente.

Recodar estos eventos nos ayuda a ponderar la presencia e intervención de Dios en la realidad histórica de nuestra nación. Estos recuerdos nos conducen a pensar en el accionar de Dios a través de su iglesia para él cumplir, a través de su Jesucristo, su propósito de reconciliarnos con él.

Estamos hablando de un Dios que no opera en el vacío, de un Dios que no está aislado de la historia, sino que está presente en el día a día, y por diferentes vías nos está guiando a comprender el cuidado y el interés que él tiene individual y socialmente de nosotros, en este caso particular de la República Dominicana.

Nuestro Dios se revela en eventos liberadores que marcan hitos históricos. Los grandes eventos de Dios marcan la ruta de un proceso a través del cual él nos lleva al cumplimiento de su propósito en la construcción de su Reino. Pero los grandes eventos, me refiero a esos eventos especiales que inician procesos, necesitan la preparación en oración y la visión de nosotros los creyentes.

Y ahora, en este preciso momento, a la República Dominicana le hacía falta un gran evento. Percibo que el Señor está haciendo grandes cosas desde la iglesia local. Que ante la inmadurez y la inconsistencia que con frecuencia muestra el liderazgo que hace vida más allá de las congregaciones, el Señor está operando de manera maravillosa desde las iglesias locales.

Hacía falta una vez más una demostración de que el Señor está presente en este momento de desmanes, de promoción de una cultura clientelista, de egocentrismos y promociones individualistas, de idolatrías y narcisismos, hacía una propuesta nueva y fresca que nos desafiaran a la vida vibrante el en Espíritu, al estudio de la Palabra, al discernimiento teológico y a vernos como iglesia de cara a las demandas de la sociedad nuestra.

Y para sellar con más gozo y gloria este histórico fin de semana, el Ministerio Alas de Águilas, que dirige nuestro hermano Domingo Aybar Zayas, nos trajo otro gran evento de significativo alcance que estremeció parte del Gran Santo Domingo y otras provincias. Destacados oradores nos pusieron en alerta ante la “Tormenta que se avecina”.

Damos gracias a Dios por estas dos grandes actividades que nos ponen de pie ante los grandes desafíos que nos esperan como iglesia en medio de realidad que vive la sociedad dominicana.

Seguiremos, en este tono histórico y profético, ampliando este tema. Más adelante hablaremos del seguimiento y proceso que deben acompañar estas actividades para alcanzar los objetivos planteados. Bendiciones para todos.