«Ayer acordamos el envío de 32 millones de dosis de la vacuna a México. En breve, literalmente mañana, anunciaremos el suministro de hasta 100 millones de dosis a otros países de América Latina», dijo Kiril Dmítriev, jefe del FIDR, durante una conferencia telemática con cancilleres latinoamericanos.
Dmítriev destacó que Rusia ya alcanzó un acuerdo de suministro con el Estado brasileño de Paraná y que mañana, viernes, anunciará otro igual con un segundo Estado de ese país.
«Ellos nos comprarán 50 millones de dosis», precisó, según recogen las agencias rusas.
También destacó que ya ha acordado con Brasil la producción conjunta de la vacuna y se mostró dispuesto a sellar acuerdos similares con otros países latinoamericanos.
El alto funcionario ruso resaltó ante los cancilleres participantes en la conferencia, que América Latina es una «gran prioridad» para el fondo que dirige.
Rusia se propone producir en el extranjero cerca de 200 millones de dosis antes de que termine el año, y más de 500 millones en 2021.
«Ahora, el asunto más complejo es producir el suficiente número de vacunas para satisfacer la demanda. Estamos dispuestos a firmar acuerdos con distintos países, pero para nosotros es importante hacerlo de manera responsable partiendo de las capacidades de producción», señaló.
En cuanto a los análisis clínicos, adelantó que se llevarán a cabo en Brasil, México, Oriente Medio e India.
«Esperamos obtener en octubre el resultado de 25.000-30.000 personas, que habrán superado 42 días desde el momento de la vacunación», señaló.
Dmítriev destacó que en Rusia ya comenzó el miércoles el proceso de registro de los 40.000 voluntarios necesarios para comprobar definitivamente la efectividad de la vacuna, proceso que concluirá en los próximos días.
Los resultados de la tercera fase de los análisis clínicos se conocerán en octubre y noviembre próximos.
La FIDR recordó que a principios de mes la prestigiosa revista médica «The Lancet» publicó un artículo científico con los resultados de las primeras dos fases de los estudios clínicos de la vacuna rusa, los cuales demostraron que la totalidad de los voluntarios adquirieron una «inmunidad estable» ante la COVID-19.